BARCELONAUTES / ROGER MARCET – DIRECTOR DEL MUSEU MARITIM DE BARCELONA – NAO VICTORIA

Una réplica del primer barco que dio la vuelta al mundo, la Nao Victoria capitaneada por Juan Sebastián Elcano en 1522, ha atracado por primera vez en el Moll de la Fusta de Barcelona, y se podrá visitar hasta finales de marzo, previsiblemente, antes de que viaje a Baleares y Andalucía.

El Museu Marítim de Barcelona (MMB, consorcio formado por la Diputación de Barcelona, el Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria) y la Fundación Nao Victoria han firmado un convenio de colaboración para que la embarcación llegue al máximo de barceloneses posible, han explicado en rueda de prensa la directora de navegación de la fundación, Belén Fernández y el director del museo, Roger Marcet.

La Nao Victoria partió junto a otras cinco a navegar por la ruta de La Espicería en 1519 del puerto de Sevilla capitaneada por Hernando Magallanes, y tres años más tarde, con Juan Sebastián Elcano como capitán, únicamente esta nao culminó la gesta más importante de la historia de la navegación completando la vuelta al mundo.

De los 243 hombres que salieron de Sevilla, solamente 18 consiguieron completar la aventura marítima más grande de la historia, y tuvieron que pasar 60 años para poder alcanzar de nuevo este hito.

La Nao Victoria cruzó el Atlántico, bordeó las costas del continente sudamericano, atravesó el estrecho de Magallanes y cruzó el Pacífico hasta alcanzar las islas Filipinas y las Molucas.

En el viaje de regreso desde la isla de Tidore asumió el mando de capitán general Juan Sebastián Elcano, tras la muerte de Magallanes, y tras hacer escala en Timor, cruzó el índico hasta alcanzar el cabo de Buena Esperanza y bordeando África llegó a Sevilla.

De hecho, el tripulante José Luis Hernández ha señalado que Magallanes embarcó a más tripulación de la necesaria en previsión de un viaje difícil, un periplo que la réplica de la Nao Victoria volvió a completar entre 2004 y 2006, con motivo de la Expo Aichí de Japón.

Actualmente, la tripulación de esta Nao viaja emulando las condiciones de vida de 1522, de modo que la embarcación se propulsa a vela, los marineros se duchan con agua salada fría directamente extraída del mar, y no tienen frigorífico, por lo que han desvelado que la proa es su nevera particular: «Allí corre el aire y es donde guardamos la fruta y la verdura».

Como tripulante, Hernández se ha confesado apasionado de las historias que vivieron los marineros de Elcano, con motines a bordo, y alimentándose de ratas –por las que pagaban caro– y bebiendo orines: «Incluso arrancaban el cuero de los cabos y lo hervían para reblandecerlo y comérselo».

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