BARCELONAUTES / GOIKO GRILL

Nuestra historia comienza en plena crisis económica en el 2013 con Andoni Goicoechea. Andoni, un joven venezolano de ascendencia vasca llega a Madrid para ejercer como Médico Interno Residente (MIR) de geriatría en el Hospital de La Paz pero al poco tiempo siente la necesidad de hacer algo más.

Con un poco de dinero prestado, junto a su padre† y su hermana, diseñaron la primera carta del restaurante. Se plantearon hacer una hamburguesería gourmet, con la máxima calidad y atención. Así surgió Goiko Grill.

Poco a poco, con la ayuda de muchos amigos y amigos que se hicieron en el camino, hemos ido mejorando en todos los aspectos: calidad, servicio y experiencia. “No hemos bajado la calidad en desde que abrimos, nunca lo haremos”, promete Andoni, “Somos tan buenos como la última hamburguesa que sale de la parrilla”.

Marcados por el carácter culinario de Aita Andoni†, la influencia española y venezolana se sienten en todo lo que se puede encontrar en nuestra carta. Desde los teques -palitos de mozzarella al estilo venezolano- hasta la ‘Aita’, su hamburguesa con queso Idiazábal y pimientos del piquillo. Eso sí, no podéis iros sin probar la Kevin Bacon.

Además, cada Goiko Grill cuenta con una burger única, sólo disponible en ese restaurante y que ha sido creada por su staff. Antes de abrir un nuevo local llamamos a concurso de burgers y participan tanto camareros como cocineros. Entre todos votamos por la mejor y esa se convierte en la hamburguesa especial.

Nuestra carne es natural y fresca (no se congela) y de mucha calidad. Utilizamos cortes de vaca española que sólo pasamos una vez por el aro grueso de la picadora. Nuestras salsas son propias, y las hacemos en cada restaurante (nada de aditivos raros). El pan es artesano, nos lo hacen unos amigos panaderos y nosotros antes de servirlo, lo doramos a la perfección.

Todas las hamburguesas, vienen acompañadas de patatas naturales que llegan en sacos al local y en las que se invierten varias horas cada día para que tengan un estilo rústico, dorado y muy crujiente por fuera pero muy suave por dentro. En cada restaurante tenemos a un especialista que las mima, las corta, lava, pocha y fríe en aceite de girasol. Un trabajazo que vale la pena.

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